21 jul 2010

La amistad es una necesidad vital; es algo que tenemos que vivir y es así. Y es nuestro deber honrar ese vínculo como algo sagrado, esencial y vital. Es desde esa relación que vamos a poder recuperar nuestras verdaderas razones de ser. Debemos valorar la amistad y encontrar muchos espacios para fomentarla y enriquecerla. Si bien nos ayuda hablar, muchas veces pueden ser encuentros donde necesitamos a esos hermanos de la vida. Hay momentos que no necesitan palabras, porque las palabras no alcanzan. Entonces, hay que saber vivirlo y aguantar la unión que genera ese silencio compartido, porque si permanecemos ahí profundizamos cada vez más nuestro vínculo. No tenemos que encontrarnos para llenar nada. En esos amigos del alma depositamos los más íntimos secretos, miedos y tabúes y sabemos que se irán con ella a la tumba. Esa confianza es la que construye una relación que sobrevive a todo. Una relación donde no tenemos que cuidar a nadie, porque es nuestro par. Así funciona. Juntos. Una sonrisa, un abrazo, una oreja... Son pequeños gestos que recibimos a diario y nos recuerdan constantemente quiénes somos y cuánto amor tenemos para dar…

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